At this time of the coronavirus pandemic, public celebration of the Mass is banned in many parts of the world. Nevertheless, thousands of Masses are celebrated each day and, while watching them on television or computer screens, the faithful can receive "spiritual Communion."
Obviously, receiving the Body and Blood fo Jesus is the way to participate most fully in the Mass, but it is not always possible for everyone to receive at every Mass. Moreover, many Catholics in the world do not even have regular access to Mass. They can participate in the Mass through spiritual Communion. The idea of "spiritual Communion" -- inviting Jesus into one's heart and soul when receiving the actual sacrament isn't possible -- is part of our Catholic tradition and part of the prayer life of the Church.
Pope Francis told people on Sunday, March 15: "United to Christ we are never alone, but instead form one body, of which he is the head. It is a union that is nourished with prayer and also with spiritual communion in the Eucharist, a practice that is recommended when it isn't possible to receive the sacrament."
In the 1700s, St. Alphonsus Liguori wrote a special prayer for spiritual communion: "My Jesus, I believe you are really here in the Blessed Sacrament. I love you more than anything in the world, and I hunger to receive you. But since I cannot receive Communion at this moment, feed my soul spiritually. I unite myself to you now, just as I do when I actually receive your Body and Blood."
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La Iglesia católica ha conservado desde antiguo la reserva del Santísimo Sacramento en los templos, es decir, las hostias consagradas que permanecen en el tabernáculo. Es una práctica que nació en un tiempo muy remoto donde los enfermos no podían asistir a la celebración de la Eucaristía, pero permanecían en comunión con la comunidad desde el propio hogar.
Fuera de este contexto de emergencia sanitaria, ya existen otras ocasiones para la práctica de la comunión espiritual. Para ello, no hay una oración específica, pero el común denominador de estas plegarias, dichas especialmente en silencio orante, debe ser la conciencia de estar en comunión con Cristo y con los demás.
Uniéndose al sentir de los católicos del mundo entero, en particular a los enfermos portadores del virus y al personal sanitario, el Papa Francisco dijo en la oración del Ángelus del pasado domingo 15 de marzo que “en esta situación de pandemia, en la que nos encontramos viviendo más o menos aislados, estamos invitados a redescubrir y profundizar el valor de la comunión que une a todos los miembros de la Iglesia. Unidos a Cristo nunca estamos solos, sino que formamos un solo Cuerpo, del cual Él es la Cabeza. Es una unión que se alimenta de la oración, y también de la comunión espiritual en la Eucaristía, una práctica muy recomendada cuando no es posible recibir el Sacramento. Digo esto para todos, especialmente para la gente que vive sola”.
Si uno no puede asistir a la misa, uno puede participar en la Comunión de modo espiritual, profesando que Jesús quiere hospedarse en el corazón del creyente, y usando quizás la oración siguiente:
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero, no pudiendo hacerlo ahora de modo sacramental, ven a mi corazón de modo espiritual. Y como si ya te hubiera recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.
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