On this Fourth Sunday of Easter we are offered for our meditation Jesus presenting himself to us as the good shepherd. In these verses from the gospel of John, chapter 10 Jesus explains that he desires to be the one who lays down his life for the sheep. This Easter Gospel very much echoes our Holy Week journey and reflection on Jesus’ suffering and death on the cross. Indeed, Jesus fulfilled in that horrible painful moment on Calvary what he describes to us this Sunday. And why?
The answer to the question comes in our First Reading from Acts 4:8-12. Peter filled with the Holy Spirit explains to his audience that the healing of a crippled person came about because of the name of Jesus Christ the Nazorean. His very name not only harbors a laudable and majestic aura, but a healing remedy itself, as if to say that the one who was broken and slain now cures those who have been crippled by life. In a sense, Peter simply functions as an instrument to articulate the name, a proclamation of Good News at its most important core.
This “Name of Jesus” described so beautifully by St. Paul in his Letter to the Philippians 2:6-11, invites us like Peter to experience in Jesus’ name our mission as his disciples in the world today. His name becomes both symbol and sign to us; the name that in Baptism we were consecrated into and sent forth to give witness of throughout our lives. His name challenges us to humility, obedience and service, especially to those most vulnerable and afraid. Like the Good Shepherd, we are called in the name of Jesus to sacrifice and perhaps even to suffer for others.
I invite you in this Easter Season to meditate deeply on the name of Jesus and his call to each of us to be his hands and hearts in our world today, to be women and men on Christ’s mission. As a parish, we have opportunities to live that mission through the amazing work of the St. Aedan’s Migrant Center and our partnership with the Saint Peter’s University Campus Kitchen, Food Pantry and Clothing Closet. In a few weeks will begin to invite parishioners and friends of St. Aedan’s to consider becoming a catechist in our 2021-2022 Family Faith Program. May we all be deeply inspired and transformed by the name of Jesus today, tomorrow and always!
“Jesus, open my eyes to see you and my heart to welcome you today.”
En este cuarto domingo de Pascua el evangelio nos ofrece una meditación sobre Jesús el Buen Pastor. En estos versículos del evangelio de San Juan, capítulo 10, Jesús explica que desea dar su vida por las ovejas. Esta lectura pascual se hace eco de nuestro viaje de Semana Santa y de nuestra meditación sobre el sufrimiento y la muerte de Jesús en la cruz. De hecho, Jesús cumplió por su horrible y dolorosa muerte en cruz lo que proclama hoy en el evangelio. ¿Y por qué?
La respuesta se encuentra en la primera lectura de Hechos 4, 8-12: Pedro, lleno del Espíritu Santo, explica que la curación de un inválido se hizo por el poder del nombre de Jesucristo. Su mismo nombre no solo alberga un aura loable y majestuosa, sino un remedio curativo en sí mismo. Es como si se dijera que el que fue quebrantado y asesinado en la cruz cura a los que han sido lisiados por la vida. En cierto sentido, Pedro es un instrumento que expresa el nombre y proclama la Buena Nueva en su núcleo más importante.
El “Nombre de Jesús”, tan bellamente descrito por San Pablo en su Carta a los Filipenses (2, 6-11), nos invita, como le invitó a Pedro, a experimentar nuestra misión como discípulos de Jesús en el mundo de hoy. Su nombre se convierte en símbolo y signo para nosotros. Por las aguas del Bautismo en ese nombre de Jesús fuimos consagrados y enviados a dar testimonio a lo largo de nuestra vida. Su nombre nos desafía a vivir con humildad y con obediencia, dispuestos a servir, especialmente a los más vulnerables y temerosos. Siguiendo a Jesús, el Buen Pastor, somos llamados en el nombre de Jesús a sacrificarnos, y tal vez incluso a sufrir por los demás.
Los invito en este tiempo de Pascua a meditar profundamente sobre el nombre de Jesús, que nos llama a ser sus manos y su corazón en el mundo de hoy, y así a ser mujeres y hombres que cumplen su misión. Como parroquia, tenemos la oportunidad de vivir esa misión, al participar en el trabajo asombroso del Centro de Migrantes de St. Aedan, y también en la Despensa de Alimentos, y en el Armario de Ropa de la Universidad de Saint Peter. Además en unas pocas semanas vamos a invitar a los feligreses y los amigos de St. Aedan a considerar la posibilidad de ser catequistas en nuestro Programa de Fe familiar 2021-2022. ¡Que el nombre de Jesús nos inspire y nos transforme profundamente hoy, mañana y siempre!
“Jesús, abre mis ojos para verte, y mi corazón para darte la bienvenida hoy”.
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