If you suffered from a disease that ate away at your flesh and deadened your nerves, as this leper did, you would not deny your need for healing, would you? No, the problem would be obvious. You would almost instinctively cry out to the Lord for help. But what about other kinds of wounds that may not be so obvious?
For example, if you tend to overreact or become extremely anxious, even over minor issues, you might need to reach out to Jesus for an emotional healing, perhaps with the help of a trained counselor. Maybe you find you are in a difficult relationship, one filled with tension and stress. Jesus could heal that relationship by showing you how to love that person better. Or if you are harboring unforgiveness and resentment, you may need God’s grace to help you forgive. You might be stuck in a sin pattern that you don’t want to face, and so you avoid bringing it into the light and receiving God’s mercy in Confession.
It’s tempting to think that we can handle such situations on our own. Or we might not even recognize that these are things that Jesus can heal. But what Jesus said to the man in today’s Gospel he says to us: “I do will it. Be made clean” (Mark 1:41). He wants to heal us of anything that doesn’t reflect his will for our lives.
Today, ask the Holy Spirit to help you become aware of just one area of your life in which you need his healing touch. How might unhealed wounds be holding you back or causing pain to yourself or someone around you? How might they be leading you away from God and into sin?
We all accumulate wounds as we go through life, so don’t get discouraged. Like this man with leprosy, just believe that Jesus has the will—and the power—to heal whatever ails you.
“Jesus, I need your healing touch today!”
Si sufrieras de una enfermedad que carcomiera su carne y adormeciera sus nervios, como en el caso del leproso, no negarías tu necesidad de curación, ¿verdad? No, el problema sería obvio. Sin pensarlo clamarías al Señor pidiendo ayuda. Pero, ¿qué pasa con otros tipos de heridas menos obvias?
Por ejemplo, si sufres de reacciones exageradas o te pones extremadamente ansioso, incluso por problemas menores, posiblemente sea aconsejable acercarte a Jesús y pedirle una curación emocional, tal vez con la ayuda de un consejero capacitado. En una relación difícil, llena de tensión y estrés, Jesús puede sanar la relación, mostrándote cómo amar mejor a esa persona. O si estás albergando rencores, o no sabes perdonar, es posible que te haga falta la gracia de Dios que te ayude a perdonar. Es posible que un hábito de pecado te esclavice y no quieras romper las cadenas; por eso no lo sacas a la luz, no te confiesas, y no recibes la misericordia de Dios.
O bien nos equivocamos, creyendo que podemos manejar estas situaciones por nuestra propia cuenta. O hasta que ni siquiera reconozcamos que estos son casos de enfermedad que Jesús puede curar. Pero lo que Jesús le dijo al leproso en el Evangelio de hoy, nos dice a nosotros también: “Quiero. Queda limpio.” (Marcos 1, 41). Jesús quiere quitar cualquier obstáculo que nos impida hacer su voluntad.
Hoy, pídale al Espíritu Santo que te ayude a tomar conciencia de un solo aspecto de tu vida en el que te hace falta su toque sanador. Pídale que te deje ver cómo las heridas no cicatrizadas siguen lastimándote a ti o a los demás, te alejan de Dios y te llevan a pecar.
Todos acumulamos heridas a medida que avanzamos en la vida. Por lo tanto, no te desanimes. Como el leproso, cree solamente que Jesús tiene el deseo y el poder de curar todo cuanto te aflija.
"¡Jesús, necesito hoy tu toque sanador!"
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